Una vez más A Todo Motor vuelve a contar conmigo para narrar otra de mis experiencias. En este caso la participación en el 36º Rally Islas Canarias El Corte Inglés a bordo del Ford Focus WRC acompañando a Fernando Copi Capdevila.
Lo primero de todo es reconocer lo afortunado que soy. Pocos tienen la suerte de probar las mejores máquinas existentes en Canarias. Y por si eso fuera poco, el premio gordo llegaba en la prueba más emblemática de nuestras islas.
La confirmación llegaba a pocas horas del cierre de inscripciones. Tras un invierno de incertidumbre, sin tener un programa definido, Fernando tomaba la decisión de participar en el rally. El hecho de que Enrique no pudiera hacerlo me daba disponibilidad para acompañar en esta ocasión al primer piloto mundialista de Canarias. El reto era importante, disputar el rally más importante y duro de nuestro campeonato, en el coche más avanzado tecnológicamente del rally y con un piloto nuevo para mí. Pero la ilusión me hizo aceptar sin pensarlo dos veces.
El lunes empezaba la semana grande. Recogida de documentación en el edificio Miller para los reconocimientos. Reencuentro con compañeros a los que no veía desde la pasada edición del rally y con otros a los que no veía desde la temporada pasada. Preparar todo en el coche de reconocimientos y a dormir para madrugar el martes.
Martes y miércoles transcurrieron haciendo lo más pesado de este deporte. La toma de notas y reconocimientos es necesaria e imprescindible. Pero pasar quince horas dentro de un coche, aparte de agotador, es aburrido. Dos pasadas a los tramos de la primera etapa del rally el martes y dos pasadas a los de la segunda etapa el miércoles. Reconocimientos terminados y parque de asistencia montado. Sólo quedan doce horas para subir por primera vez al Focus. Es por ello que toca sentarme con Berto, jefe de mecánicos de Copi Sport, para aprender a regular suspensiones, ver las diferentes pantallas de datos y conocer la consola.
La primera impresión es brutal. En la salida ya empiezas a notar que vas en un coche del mundial. La gestión de salida hace que el coche transmita toda la potencia al suelo y obliga a tu cabeza y tu cuerpo a pegarse al sillón. Hasta que engrana la cuarta velocidad la sensación es parecida a lo que vemos en las películas durante el despegue de un transbordador. Luego llega la frenada y el efecto es el contrario. Brazos, piernas y cabeza parecen querer ser arrancados del tronco que es lo único sujeto al coche. En curvas rápidas las fuerzas G son soportadas por el cuello, pues la cabeza tampoco es capaz de mantenerse erguida. En fin, todo un maltrato físico.
Como os había dicho, tres pasadas al Shakedown son las que dimos. Suficientes para hacerme la idea de lo que corre este coche. Ahora ya se disipaban los nervios y en este momento ya empezaba a descontar horas para empezar el rally.
Quedaban los trámites. Presentación en la carpa del equipo, verificaciones y ceremonia de salida. Pero como no todo en esta vida es un camino de rosas, tras la ceremonia de salida se detecta un fallo en el motor. Las probabilidades de acabar la prueba son escasas pues la avería parece grave, aún así se decide tomar la partida y disfrutar mientras dure.
El viernes suena el despertador a las seis de la mañana. El cansancio acumulado durante la semana empieza a hacer mella, pero la ilusión por correr te hace levantar de la cama. A las 7:30 de la mañana partimos rumbo al primer tramo, es el momento de mayor nerviosismo del rally. ¿Eres capaz?, ¿Aguantará?, ¿Lo haremos bien? Son algunas de las preguntas que surgen en el camino.
En la segunda sección repetimos tramos. Intentamos ir más rápido y hacerlo mejor, pero las altas temperaturas hacen más difícil la conducción y nos empezamos a despegar del trío de cabeza. Aun así las sensaciones siguen siendo muy buenas.
Llegado el atardecer empieza la sección más bonita e interesante. Nos enfrentamos a la sección más dura tanto para el piloto como para el copiloto. Bajar La Pasadilla y entrar en Las Vallas exigen el 120%. Correr tramos merecedores de estar en un mundial, con un coche campeón del mundo y un piloto mundialista es un sueño increíble. Como colofón un paseíto por el karting. La afición colapsando los accesos y Fernando haciendo del freno de mano el elemento esencial. Salimos ovacionados de allí, con la satisfacción del trabajo bien hecho.
El sábado el despertador vuelve a sonar temprano. El coche ha sido revisado por el increíble equipo técnico que tenemos en Copi Sport en el último flexi-service del viernes. Salimos hacia Arteara con la intención de seguir mejorando nuestras prestaciones.
Al mediodía repetimos tramos, todo es igual salvo una cosa. No habían transcurrido 100 metros de la segunda pasada por Valleseco cuando el motor terminaba de desfallecer. No había presión de aceite y casi no corría. A duras penas llegamos a la meta. Por suerte el enlace que quedaba era largo pero poco exigente.
Llegados a Santa Catalina, con el susto en el cuerpo aún, empezamos a recibir las primeras felicitaciones. Familiares y amigos son los primeros, pero muchos aficionados que casi no habían visto correr a Fernando antes de su retirada se acercan a mostrarnos su sorpresa por nuestro rendimiento y a felicitarnos por la gran carrera.
Como os decía al principio, soy un afortunado. Y además de con las carreras, tengo la fortuna de tener a mi familia y mi novia Beatriz, que son el apoyo constante para llegar hasta aquí. No quiero olvidar al magnífico grupo humano que compone Copi Sport (Ana, Berto, David, Josué, Borja, Jose, Hamad, Ismael, Toño y Enrique), capitaneados por el artífice de esta magnífica oportunidad que es Fernando Capdevila. Y por último, agradecer a los que hacen posible que este sueño se haga realidad, BP y RTVC. MUCHAS GRACIAS!
Lo primero de todo es reconocer lo afortunado que soy. Pocos tienen la suerte de probar las mejores máquinas existentes en Canarias. Y por si eso fuera poco, el premio gordo llegaba en la prueba más emblemática de nuestras islas.
La confirmación llegaba a pocas horas del cierre de inscripciones. Tras un invierno de incertidumbre, sin tener un programa definido, Fernando tomaba la decisión de participar en el rally. El hecho de que Enrique no pudiera hacerlo me daba disponibilidad para acompañar en esta ocasión al primer piloto mundialista de Canarias. El reto era importante, disputar el rally más importante y duro de nuestro campeonato, en el coche más avanzado tecnológicamente del rally y con un piloto nuevo para mí. Pero la ilusión me hizo aceptar sin pensarlo dos veces.
El lunes empezaba la semana grande. Recogida de documentación en el edificio Miller para los reconocimientos. Reencuentro con compañeros a los que no veía desde la pasada edición del rally y con otros a los que no veía desde la temporada pasada. Preparar todo en el coche de reconocimientos y a dormir para madrugar el martes.
Martes y miércoles transcurrieron haciendo lo más pesado de este deporte. La toma de notas y reconocimientos es necesaria e imprescindible. Pero pasar quince horas dentro de un coche, aparte de agotador, es aburrido. Dos pasadas a los tramos de la primera etapa del rally el martes y dos pasadas a los de la segunda etapa el miércoles. Reconocimientos terminados y parque de asistencia montado. Sólo quedan doce horas para subir por primera vez al Focus. Es por ello que toca sentarme con Berto, jefe de mecánicos de Copi Sport, para aprender a regular suspensiones, ver las diferentes pantallas de datos y conocer la consola.
El jueves a las ocho de la mañana estamos con el mono en la asistencia para ir al Shakedown, pero en la última revisión surge un problema. La bomba de servodirección está perdiendo aceite y hay que esperar a que llegue una proveniente de Manchester y que ha sido pedida dos días antes. Se retrasa más de lo esperado y empiezan a surgir los primeros nervios. La primera toma de contacto no debería ser el primer tramo del rally pues su alta velocidad media no permite errores. Por suerte la pieza llega y, aunque a última hora, da tiempo de dar tres pasadas al Shakedown.
La primera impresión es brutal. En la salida ya empiezas a notar que vas en un coche del mundial. La gestión de salida hace que el coche transmita toda la potencia al suelo y obliga a tu cabeza y tu cuerpo a pegarse al sillón. Hasta que engrana la cuarta velocidad la sensación es parecida a lo que vemos en las películas durante el despegue de un transbordador. Luego llega la frenada y el efecto es el contrario. Brazos, piernas y cabeza parecen querer ser arrancados del tronco que es lo único sujeto al coche. En curvas rápidas las fuerzas G son soportadas por el cuello, pues la cabeza tampoco es capaz de mantenerse erguida. En fin, todo un maltrato físico.
Como os había dicho, tres pasadas al Shakedown son las que dimos. Suficientes para hacerme la idea de lo que corre este coche. Ahora ya se disipaban los nervios y en este momento ya empezaba a descontar horas para empezar el rally.
Quedaban los trámites. Presentación en la carpa del equipo, verificaciones y ceremonia de salida. Pero como no todo en esta vida es un camino de rosas, tras la ceremonia de salida se detecta un fallo en el motor. Las probabilidades de acabar la prueba son escasas pues la avería parece grave, aún así se decide tomar la partida y disfrutar mientras dure.
El viernes suena el despertador a las seis de la mañana. El cansancio acumulado durante la semana empieza a hacer mella, pero la ilusión por correr te hace levantar de la cama. A las 7:30 de la mañana partimos rumbo al primer tramo, es el momento de mayor nerviosismo del rally. ¿Eres capaz?, ¿Aguantará?, ¿Lo haremos bien? Son algunas de las preguntas que surgen en el camino.
El primer tramo no es complicado de cantar, mucha recta y poca curva dan respiro pero sirven para ir cogiendo el punto. Pero llegados a la segunda especial, entramos al tramo más largo y variado del rally. Aquí hay que trabajar más y mejor, nos encontramos ambos muy a gusto y al llegar a meta nos sorprendemos de nuestro tiempo. En el tercero llega la bajada hacia Ayacata para demostrarme que esto no iba a ser fácil y que el coche corre mucho. Con poco aliento pero el trabajo bien hecho llegamos al Roque Nublo, que es testigo de otro buen crono. Terminada la primera etapa nos vemos luchando con Monzón, Vallejo y Fuster. Algo impensable hace unas horas.
En la segunda sección repetimos tramos. Intentamos ir más rápido y hacerlo mejor, pero las altas temperaturas hacen más difícil la conducción y nos empezamos a despegar del trío de cabeza. Aun así las sensaciones siguen siendo muy buenas.
Llegado el atardecer empieza la sección más bonita e interesante. Nos enfrentamos a la sección más dura tanto para el piloto como para el copiloto. Bajar La Pasadilla y entrar en Las Vallas exigen el 120%. Correr tramos merecedores de estar en un mundial, con un coche campeón del mundo y un piloto mundialista es un sueño increíble. Como colofón un paseíto por el karting. La afición colapsando los accesos y Fernando haciendo del freno de mano el elemento esencial. Salimos ovacionados de allí, con la satisfacción del trabajo bien hecho.
El sábado el despertador vuelve a sonar temprano. El coche ha sido revisado por el increíble equipo técnico que tenemos en Copi Sport en el último flexi-service del viernes. Salimos hacia Arteara con la intención de seguir mejorando nuestras prestaciones.
Otro tramo increíble que nunca había tenido la suerte de disputar. Desde el mirador hasta Fataga es lo más exigente que me ha tocado cantar en la vida. Un pequeño respiro y empezamos el segundo tramo. Un comienzo suave hasta Ayacata, pero de ahí hasta Tejeda otra vez toca esforzarse y no llegar tarde nunca. Increíble la marea humana que nos espera entre la meta y el control stop. Prácticamente no cabía el coche y todo el mundo se giraba a ovacionarnos. Para terminar tocaba la especial de Valleseco. Empezando en el Parador y hasta el primer cruce el ritmo es muy alto, pero la bajada de Pinos de Gáldar se nos da mejor aún. Un gran tiempo para terminar esta sección y volver a Santa Catalina.
Al mediodía repetimos tramos, todo es igual salvo una cosa. No habían transcurrido 100 metros de la segunda pasada por Valleseco cuando el motor terminaba de desfallecer. No había presión de aceite y casi no corría. A duras penas llegamos a la meta. Por suerte el enlace que quedaba era largo pero poco exigente.
Llegados a Santa Catalina, con el susto en el cuerpo aún, empezamos a recibir las primeras felicitaciones. Familiares y amigos son los primeros, pero muchos aficionados que casi no habían visto correr a Fernando antes de su retirada se acercan a mostrarnos su sorpresa por nuestro rendimiento y a felicitarnos por la gran carrera.
Quedaba el momento más especial. Pasar por la rampa de llegada del Rally Islas Canarias y subir al pódium. Y que pódium!!! Nada más y nada menos que dos parejas históricas, Monzón-Déniz y Ponce-Larrodé, nos acompañaban en él.
Como os decía al principio, soy un afortunado. Y además de con las carreras, tengo la fortuna de tener a mi familia y mi novia Beatriz, que son el apoyo constante para llegar hasta aquí. No quiero olvidar al magnífico grupo humano que compone Copi Sport (Ana, Berto, David, Josué, Borja, Jose, Hamad, Ismael, Toño y Enrique), capitaneados por el artífice de esta magnífica oportunidad que es Fernando Capdevila. Y por último, agradecer a los que hacen posible que este sueño se haga realidad, BP y RTVC. MUCHAS GRACIAS!