Ha vuelto a ganar el trofeo femenino de motos y se ha convertido en la mujer que consigue un mejor resultado de etapa (7º puesto) en más de tres décadas de rally.
Ha superado todas las expectativas y después de rodar entre los mejores, peleando con los hombres, ha terminado en la 16ª posición absoluta de motos.
He llorado como el primer año pero estoy más contenta por el sufrimiento y los buenos resultados, confiesa la piloto de KH-7.
El idilio entre Laia Sanz y la historia se mantiene. La piloto de KH-7, a los mandos de una Honda CRF450 Rally, ha cruzado este sábado la meta de la última etapa del Dakar en la 16ª posición, la misma que ha logrado en la clasificación final absoluta de motos. Cierra, así, su mejor resultado en esta competición (en 2011 y 2012 fue 39ª y en 2014, 93ª) y supera en mucho el objetivo que se había marcado antes de empezar: acabar entre los 25-30 primeros.
Ésta ha sido su cuarta participación consecutiva y la cuarta que termina, lo que da buena cuenta de la fiabilidad y coraje de la 15 veces campeona del mundo (13 de trial y 2 de enduro). Y por si fuera poco, ha vuelto a ganar el apartado de féminas del Dakar, siendo además la única chica que ha alcanzado la meta sobre dos ruedas.
Es increíble terminar cuatro Dakar consecutivamente y más este último, porque ha sido el más duro de todos y creo que lo he hecho mejor que nunca. Estoy muy, muy contenta. No he podido evitar volver a llorar como cuando terminé la primera vez, aunque esta vez creo que estoy más satisfecha y orgullosa por todo el sufrimiento, pero también por lo regular que he sido y por los buenos resultados, reconoce emocionada.
Fue en la novena etapa cuando batió todos los registros al cruzar la meta en una excepcional séptima posición, el mejor resultado de una mujer en motos en más de tres décadas de Rally Dakar. Y aún se guardaba una carta para la undécima especial, en la que durante un centenar de kilómetros, en el cordón de dunas de Copiapó, logró el mejor crono absoluto de esa sección, por delante de hombres tan consagrados como Marc Coma, Joan Barreda, Jordi Viladoms y Cyril Despres, entre tantos otros.
No lo podía creer. Nunca hubiera imaginado estar entre los diez primeros. Lo mejor es que, independientemente de los resultados, creo que he pilotado con mucha cabeza, pero con un ritmo rápido que me ha permitido pelear con gente que antes ni olía, asegura.
Sólo tuvo dos momentos críticos en todo el rally: el primero en la quinta etapa cuando sufrió un conato de incendio en su moto el mismo día que otros pilotos vieron arder sus vehículos. La piloto de KH-7 logró apagar el fuego lanzando la moto al suelo y echando arena, pero pendiente de si se reproducía el problema decidió seguir las trazas de otro piloto y se saltó un punto de paso que le implicó una hora de sanción. Fue una lástima, recuerda Laia. Venía muy cansada por el calor y estaba muy preocupada por si volvía a prenderse la moto y dejé un poco a un lado la navegación así que en un punto concreto seguí a un piloto muy experimentado que tenía delante. Él se equivocó, y yo también. Fue el único día que no hice caso a mi instinto y fue un error no hacerlo, aunque a toro pasado todo se ve más fácil, sigue lamentando.
El siguiente y último susto sucedió en la 10ª especial, a 20 kilómetros de la meta, cuando se quedó sin embrague. Después de recibir ayuda del piloto de Honda Argentina Pablo Rodríguez, y tras dos horas de reparaciones improvisadas sobre la pista, logró retomar la marcha. La moto siempre ha ido de maravilla. Es la mejor que he tenido nunca y estoy súper contenta con el cambio a mejor que he hecho, pero en el Dakar lo raro es que no suceda algo y ese día me tocó a mí. Lo importante es que se pudo solucionar. La verdad es que no puedo estar más satisfecha con la Honda, explica.
Ha superado todas las expectativas y después de rodar entre los mejores, peleando con los hombres, ha terminado en la 16ª posición absoluta de motos.
He llorado como el primer año pero estoy más contenta por el sufrimiento y los buenos resultados, confiesa la piloto de KH-7.
El idilio entre Laia Sanz y la historia se mantiene. La piloto de KH-7, a los mandos de una Honda CRF450 Rally, ha cruzado este sábado la meta de la última etapa del Dakar en la 16ª posición, la misma que ha logrado en la clasificación final absoluta de motos. Cierra, así, su mejor resultado en esta competición (en 2011 y 2012 fue 39ª y en 2014, 93ª) y supera en mucho el objetivo que se había marcado antes de empezar: acabar entre los 25-30 primeros.
Ésta ha sido su cuarta participación consecutiva y la cuarta que termina, lo que da buena cuenta de la fiabilidad y coraje de la 15 veces campeona del mundo (13 de trial y 2 de enduro). Y por si fuera poco, ha vuelto a ganar el apartado de féminas del Dakar, siendo además la única chica que ha alcanzado la meta sobre dos ruedas.
Es increíble terminar cuatro Dakar consecutivamente y más este último, porque ha sido el más duro de todos y creo que lo he hecho mejor que nunca. Estoy muy, muy contenta. No he podido evitar volver a llorar como cuando terminé la primera vez, aunque esta vez creo que estoy más satisfecha y orgullosa por todo el sufrimiento, pero también por lo regular que he sido y por los buenos resultados, reconoce emocionada.
Laia ha batido todas sus marcas en esta edición y las de todos los tiempos. Primero igualó su mejor clasificación en una etapa, cuando en la séptima jornada del rally acabó 12ª, a sólo 13 minutos del vencedor de ese día. Su elevado ritmo, la experiencia adquirida los años anteriores y una navegación casi perfecta la llevaron a rodar regularmente entre los 15 mejores pilotos de motos de todo el rally, pero aún habría tiempo para que la ?Reina del Dakar? -uno de los muchos apodos que se ha ganado durante la competición más dura del mundo- volviera a deslumbrar.
Fue en la novena etapa cuando batió todos los registros al cruzar la meta en una excepcional séptima posición, el mejor resultado de una mujer en motos en más de tres décadas de Rally Dakar. Y aún se guardaba una carta para la undécima especial, en la que durante un centenar de kilómetros, en el cordón de dunas de Copiapó, logró el mejor crono absoluto de esa sección, por delante de hombres tan consagrados como Marc Coma, Joan Barreda, Jordi Viladoms y Cyril Despres, entre tantos otros.
No lo podía creer. Nunca hubiera imaginado estar entre los diez primeros. Lo mejor es que, independientemente de los resultados, creo que he pilotado con mucha cabeza, pero con un ritmo rápido que me ha permitido pelear con gente que antes ni olía, asegura.
Sólo tuvo dos momentos críticos en todo el rally: el primero en la quinta etapa cuando sufrió un conato de incendio en su moto el mismo día que otros pilotos vieron arder sus vehículos. La piloto de KH-7 logró apagar el fuego lanzando la moto al suelo y echando arena, pero pendiente de si se reproducía el problema decidió seguir las trazas de otro piloto y se saltó un punto de paso que le implicó una hora de sanción. Fue una lástima, recuerda Laia. Venía muy cansada por el calor y estaba muy preocupada por si volvía a prenderse la moto y dejé un poco a un lado la navegación así que en un punto concreto seguí a un piloto muy experimentado que tenía delante. Él se equivocó, y yo también. Fue el único día que no hice caso a mi instinto y fue un error no hacerlo, aunque a toro pasado todo se ve más fácil, sigue lamentando.
El siguiente y último susto sucedió en la 10ª especial, a 20 kilómetros de la meta, cuando se quedó sin embrague. Después de recibir ayuda del piloto de Honda Argentina Pablo Rodríguez, y tras dos horas de reparaciones improvisadas sobre la pista, logró retomar la marcha. La moto siempre ha ido de maravilla. Es la mejor que he tenido nunca y estoy súper contenta con el cambio a mejor que he hecho, pero en el Dakar lo raro es que no suceda algo y ese día me tocó a mí. Lo importante es que se pudo solucionar. La verdad es que no puedo estar más satisfecha con la Honda, explica.