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Nunca es tarde si la dicha es buena

Por Esteban Morales Martín

Imagen de la pasada edición
Imagen de la pasada edición
Me pasé muchos años clamando en el desierto y por eso me tengo que alegrar de que, por fin, los hechos, tozudos, hayan terminado por darme la razón. Proclamé desde el micrófono en reiteradas ocasiones que era tirar dinero a la basura el invertir dinero de nuestro automovilismo en mantener a nuestra Rally El Corte Inglés en el Campeonato de Europa y, posteriormente, en el IRC. Dije que la clave del éxito de nuestro rally era traer en cada edición a uno o dos de los mejores pilotos del momento y conseguir, paralelamente, que uno o varios de los nuestros compitieran por ganar a esas figuras foráneas. Y que, en consecuencia, para garantizar el éxito, lo que había que hacer era invertir en traer esas figuras foráneas y garantizar que los nuestros tuvieran las máquinas con las que hacerles frente.

Durante mucho tiempo nadie me hizo caso. Se invirtió mucho dinero en pagar cuantiosos cánones de inscripción en campeonatos, disparatados gastos de comisarios, inspectores, medidas de seguridad que, curiosamente, había que contratar con quién decía la Federación o, incluso, con ella misma. Y todo para que, al final, también nos tuviéramos que rascar el bolsillo para que vinieran las figuras.

Llegué a plantear, inclusive, hacer sinergias entre el Rally El Corte Inglés y la Carrera de Campeones, con el ánimo de consolidar una gran cita de cierre de temporada del automovilismo mundial. La idea era que, conclusas las competiciones en todo el mundo, se pudieran reunir en Gran Canaria durante una semana, los mejores pilotos del planeta, para dar vida a un rally y a una prueba espectáculo como la que vivimos durante varios años en la Ciudad Deportiva Islas Canarias. Los intereses y los egoísmos impidieron aquello. Al poco tiempo nos quedamos sin Carrera de Campeones y el Rally nunca tuvo la posibilidad de traer a un elenco de figuras como las que se reunían en el circuito teldense.

Dicen los que saben de economía que detrás de las crisis suele esconderse muchas veces la oportunidad. Y creo que, una vez más, vuelven a acertar quienes esto argumentan. La crisis, y el hecho de que la gestión de rally haya pasado a manos de una empresa, han acabado por llevar las cosas a su sitio. Cuando no ha habido dinero más que para el logro de un objetivo, se ha optado por la sensatez: destinar los recursos disponibles a traer a las figuras que lleven de nuevo a los aficionados a las cumbres de Gran Canaria.

La vuelta de Sainz hubiera sido la guinda, porque hubiera significado la posibilidad de volver a reenganchar al rallye con su mejor historia. El retorno a las carreteras grancanarias del piloto español más laureado y que más veces ha ganado esta prueba hubiera posibilitado un empujón casi definitivo para la resurrección de una prueba que amenazaba con languidecer. Desgraciadamente, este año, pese a que estuvo cerrada su contratación, no ha podido ser. Pero no es malo que, dentro de esta nueva andadura, nos quede pendiente esta asignatura para el próximo o sucesivos años.

En cualquier caso, el objetivo se cumple con creces con la presencia de dos leyendas vivas del automovilismo mundial, el finlandés Kankunen y el francés Auriol. Ambos, peleando de tú a tú con figuras locales como Monzón o Capdevila por el triunfo en la general del rally pueden devolvernos a añejos tiempos de esplendor. Porque, puestos a innovar, recuperando las mejores tradiciones, el rally también recupera un orden de salida de participantes lógico, de acuerdo con su categoría y palmarés, y una clasificación general que permita al aficionado comprobar si se es posible que, como en la lucha canaria, el chico tumbe al grande.

Es cierto, si, que el finlandés volador y el campeón francés ya no tienen una actividad regular, que están semiretirados, que sus coches no son monturas oficiales, que no arriesgarán como antaño y que buscarán más el espectáculo que el record Sí, todo ello es verdad. Pero más verdad es que lo otro no funcionaba y que, por ello, se imponía el cambio, buscando en los orígenes el reecuentro con la senda perdida.

Si, además de ello, somos capaces de encontrar, poco a poco, sin prisas pero sin pausas, el apoyo de los medios de comunicación en los niveles de la época dorada y la incorporación, amparada en los avances tecnológicos, de la televisión, estaremos en el camino para que vuelvan, también, los que, en definitiva, tienen la llave para que esto vuelva a ser lo que fué: los patrocinadores.

Nunca me gustó tener la razón histórica, porque eso significa que no fui capaz de convencer con mis argumentos en el momento en que los expuse. Pero, más allá de eso, me alegro de que el tiempo me haya dado la razón. Y no por mí, que, a estos efectos, poco importo. Me alegro por quién de verdad importa, y mucho, en esto del automovilismo: la afición, la gran y entendida afición canaria. Por ella es por quién proclamo que nunca es tarde si, como en este caso, la dicha es buenísima.

*Esteban Morales Martín - Responsable del equipo de producciones del motor de la Cadena Cope y Radio Libertad en la década de los 90, edad de oro de nuestro automovilismo.
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