Deporte de elite. Ésta es una definición que escucho con frecuencia cuando las personas se refieren al automovilismo. Jamás estuve de acuerdo en su totalidad con ese terminante adagio. Apenas concuerdo con él parcialmente.
¿Parcialmente? ¿Por qué? Aunque parezca ambiguo, paso a explicar. El deporte motor es una actividad menos accesible que el fútbol, el voleibol y, hasta incluso, el tenis. Sin ir más lejos, un aspirante a profesional del karting, de ocho o nueve años, necesita - ya de niño - unos miles de dólares para ir construyendo su carrera. Esos desembolsos aumentan paulatinamente hasta que el piloto alcanza una categoría top de fórmula o de turismo, ya sea en Estados Unidos o en Europa. A partir de allí, quizás con suerte empiece a ganar algo de dinero. Sin embargo, cuando el tema es la hinchada, al menos en Brasil, los problemas financieros no son problema.
Es fácil encontrar fanáticos del automovilismo de las más diversas clases sociales. Todo gracias a gente como Emerson Fittipaldi, José Carlos Pace, Nelson Piquet, Ayrton Senna, Rubens Barrichello, Gil de Ferran, Cristiano da Matta, Hélio Castroneves, Tony Kanaan y Felipe Massa, piezas importantes en el proceso de "popularización" del deporte en nuestro Brasil. De hecho, el mundo de la velocidad atrae la atención de los brazucas, pues, así como en el fútbol, el País acumula victorias y títulos en el Exterior todos los años.
Pero si tengo que referirme a contrastes, debo destacar una característica interesante en el deporte motor: la integración entre países. Así como diversos clubes de fútbol europeos se nutren de jugadores de las más diversas nacionalidades, en varias categorías de automovilismo, especialmente en la Fórmula 1, las escuadras "poseen" casi siempre más de una nacionalidad - aunque defiendan apenas una bandera. Ejemplos sobran. Ferrari es italiana de Maranello, comandada por un francés (Jean Todt), con un finlandés (Kimi Räikkönen) y un brasileño (Felipe Massa) al volante de sus máquinas.
Inclusive las escuadras más "patriotas" se rinden ante este proceso de unión de nacionalidades. La BMW es germana en casi todo. Una de sus bases queda ubicada en Munich; el director deportivo (Mario Theissen) y el primer piloto (Nick Heidfeld) son alemanes. Así y todo, las banderas de Polonia y Suiza se hallan representadas, respectivamente, por el talento de Robert Kubica y por la lujosa sede del team en Hinwill. Situación similar ocurre con la inglesa McLaren. Allí todo es del Reino Unido, salvo uno de los pilotos (Heikki Kovalainen) y los motores Mercedes-Benz de la Daimler-Chrysler, dueña del 40% de las acciones del equipo.
Ahora, si hablamos del campeonato de "ensalada de naciones", ahí sí que Renault pica en punta dejando bien atrás a sus adversarios - como en los tiempos en que la marca del Rombo se destacaba por su control de largada.
Veamos. Una de sus sedes se encuentra en Enstone, Inglaterra. A su vez, el equipo está dirigido por un italiano (Flavio Briatore) y posee pilotos titulares de España (Fernando Alonso) y Brasil (Nelsinho Piquet). Sin embargo, "La Marsellesa" es la banda sonora empleada cuando uno de sus pilotos obtiene el primer lugar en una competencia. El equipo - como es sabido - es propiedad de la francesa Renault, gigante del ramo automotor. Y posee su cuartel general en Viry-Châtillon, que, solamente por la gramática del nombre, ya hace suponer su ubicación geográfica.
Ciertamente no hay mejor piloto para integrar esta Torre de Babel que Nelsinho Piquet. Para alegría general de la nación, el subcampeón 2006 de la GP2 corre para Brasil. Sin embargo, bien que podría ser alemán... Nació en Heidelberg, ciudad teutona de 130 mil habitantes y uno de los principales centros universitarios del Viejo Continente. Fue un 25 de julio de 1985, cuando el padre Nelson se preparaba para el Gran Premio de Alemania, en Nürburgring. Además, Nelsinho es el hijo de una holandesa, hecho que también le da la ciudadanía de los Países Bajos.
Brasileño, holandés, nacido en Alemania... Se equivoca el que piensa que allí termina la historia. Piquet Jr. también vivió sus días de argentino.
Allá por el 2000, después de ocho victoriosas temporadas de kart - con tres títulos brasileños, Nelsinho se preparaba para comenzar, desde el año siguiente, su carrera a bordo de monopostos de "fórmula". En esa época, los reglamentos de la Comisión Brasileña de Automovilismo (CBA) obligaban a cualquier piloto salido del kart a pasar primero por la Fórmula Júnior. Dado que la categoría no era del gusto de Nelson Piquet, el tricampeón no lo pensó dos veces: ¡inscribió a Nelsinho como argentino en la Fórmula 3 Sudamericana! De ahí en más, historia conocida: una seguidilla de victorias y récords en ese certamen, que culminó con el título de la temporada 2002. Y después dicen que el último hermano en coronarse allí fue Néstor Gabriel Furlán, en aquel lejano 1998...
"¡A decir verdad, el argento Piquet anda bastante bien!".
¿Parcialmente? ¿Por qué? Aunque parezca ambiguo, paso a explicar. El deporte motor es una actividad menos accesible que el fútbol, el voleibol y, hasta incluso, el tenis. Sin ir más lejos, un aspirante a profesional del karting, de ocho o nueve años, necesita - ya de niño - unos miles de dólares para ir construyendo su carrera. Esos desembolsos aumentan paulatinamente hasta que el piloto alcanza una categoría top de fórmula o de turismo, ya sea en Estados Unidos o en Europa. A partir de allí, quizás con suerte empiece a ganar algo de dinero. Sin embargo, cuando el tema es la hinchada, al menos en Brasil, los problemas financieros no son problema.
Es fácil encontrar fanáticos del automovilismo de las más diversas clases sociales. Todo gracias a gente como Emerson Fittipaldi, José Carlos Pace, Nelson Piquet, Ayrton Senna, Rubens Barrichello, Gil de Ferran, Cristiano da Matta, Hélio Castroneves, Tony Kanaan y Felipe Massa, piezas importantes en el proceso de "popularización" del deporte en nuestro Brasil. De hecho, el mundo de la velocidad atrae la atención de los brazucas, pues, así como en el fútbol, el País acumula victorias y títulos en el Exterior todos los años.
Pero si tengo que referirme a contrastes, debo destacar una característica interesante en el deporte motor: la integración entre países. Así como diversos clubes de fútbol europeos se nutren de jugadores de las más diversas nacionalidades, en varias categorías de automovilismo, especialmente en la Fórmula 1, las escuadras "poseen" casi siempre más de una nacionalidad - aunque defiendan apenas una bandera. Ejemplos sobran. Ferrari es italiana de Maranello, comandada por un francés (Jean Todt), con un finlandés (Kimi Räikkönen) y un brasileño (Felipe Massa) al volante de sus máquinas.
Inclusive las escuadras más "patriotas" se rinden ante este proceso de unión de nacionalidades. La BMW es germana en casi todo. Una de sus bases queda ubicada en Munich; el director deportivo (Mario Theissen) y el primer piloto (Nick Heidfeld) son alemanes. Así y todo, las banderas de Polonia y Suiza se hallan representadas, respectivamente, por el talento de Robert Kubica y por la lujosa sede del team en Hinwill. Situación similar ocurre con la inglesa McLaren. Allí todo es del Reino Unido, salvo uno de los pilotos (Heikki Kovalainen) y los motores Mercedes-Benz de la Daimler-Chrysler, dueña del 40% de las acciones del equipo.
Ahora, si hablamos del campeonato de "ensalada de naciones", ahí sí que Renault pica en punta dejando bien atrás a sus adversarios - como en los tiempos en que la marca del Rombo se destacaba por su control de largada.
Veamos. Una de sus sedes se encuentra en Enstone, Inglaterra. A su vez, el equipo está dirigido por un italiano (Flavio Briatore) y posee pilotos titulares de España (Fernando Alonso) y Brasil (Nelsinho Piquet). Sin embargo, "La Marsellesa" es la banda sonora empleada cuando uno de sus pilotos obtiene el primer lugar en una competencia. El equipo - como es sabido - es propiedad de la francesa Renault, gigante del ramo automotor. Y posee su cuartel general en Viry-Châtillon, que, solamente por la gramática del nombre, ya hace suponer su ubicación geográfica.
Ciertamente no hay mejor piloto para integrar esta Torre de Babel que Nelsinho Piquet. Para alegría general de la nación, el subcampeón 2006 de la GP2 corre para Brasil. Sin embargo, bien que podría ser alemán... Nació en Heidelberg, ciudad teutona de 130 mil habitantes y uno de los principales centros universitarios del Viejo Continente. Fue un 25 de julio de 1985, cuando el padre Nelson se preparaba para el Gran Premio de Alemania, en Nürburgring. Además, Nelsinho es el hijo de una holandesa, hecho que también le da la ciudadanía de los Países Bajos.
Brasileño, holandés, nacido en Alemania... Se equivoca el que piensa que allí termina la historia. Piquet Jr. también vivió sus días de argentino.
Allá por el 2000, después de ocho victoriosas temporadas de kart - con tres títulos brasileños, Nelsinho se preparaba para comenzar, desde el año siguiente, su carrera a bordo de monopostos de "fórmula". En esa época, los reglamentos de la Comisión Brasileña de Automovilismo (CBA) obligaban a cualquier piloto salido del kart a pasar primero por la Fórmula Júnior. Dado que la categoría no era del gusto de Nelson Piquet, el tricampeón no lo pensó dos veces: ¡inscribió a Nelsinho como argentino en la Fórmula 3 Sudamericana! De ahí en más, historia conocida: una seguidilla de victorias y récords en ese certamen, que culminó con el título de la temporada 2002. Y después dicen que el último hermano en coronarse allí fue Néstor Gabriel Furlán, en aquel lejano 1998...
"¡A decir verdad, el argento Piquet anda bastante bien!".